18 de marzo de 1977, 09:00 de la mañana. Un automóvil espera en la Praça do Sertório, en Évora, a Álvaro Siza Vieira que llega a la ciudad para ver el lugar donde se implementará un proyecto encargado por el Ayuntamiento. Sin embargo, la trayectoria que tenía en mente el arquitecto ya denunciaba la singularidad que vendría a definir el proceso y el proyecto mismo: como relata João Santos en su tesis de maestría, Siza Vieira rechazó el auto, prefiriendo hacerlo, primero, a pie. y, luego, en avión, el recorrido entre el centro histórico y la zona de intervención más periférica, registrando en versos y dibujos lo que vio.
Esta propuesta, a pesar de no estar incluida en el Servicio de Atención Social Ambulatoria (SAAL), aparece en su estela aunque, según algunos autores, la ha superado ampliamente. La zona, habitada ilegal y precariamente por un grupo muy heterogéneo, reflejaba en su momento, según la investigadora Ana Rodrigues, a la “sociedad portuguesa”: personas de “etnia gitana”, “retornados de las antiguas colonias” y jóvenes como consecuencia de el “éxodo rural”. El proyecto a construir respondería a dos objetivos simultáneamente. Por un lado, permitió “la resolución de problemas derivados de la falta de viviendas de calidad a precios asequibles”. Por otro lado, la planificación urbanística impidió las “parcelaciones clandestinas”.
El espacio correspondía a 27 hectáreas, un tercio de las cuales estaba compuesta por espacios verdes, en las que se construirían 1.200 viviendas -repartidas entre cooperativas de vivienda, comunidades de vecinos, Fondo de Promoción de la Vivienda, contratos urbanísticos y el sector privado-, previéndose si Allí residían más de 4.000 personas. Basado en una “arquitectura participativa y experimental”, el arquitecto favoreció la negociación con la población. Priorizó, como describe el mismo autor, “un diálogo cercano y la participación activa de los destinatarios, escuchándolos y tratando de satisfacer sus deseos”.
En una vista general, las casas se pueden ver “espalda con espalda”, conectadas por un acueducto hecho de bloques de cemento, considerado “un gesto de identidad y garantía de unidad”. Este sistema, denominado popularmente “conductos”, se ha consolidado como el “hilo conductor del conjunto habitacional” ya que en él se concentra “infraestructura vital”. Nos referimos, por tanto, a la “distribución de agua, luz, teléfono y televisión”.
En cuanto a la organización de las viviendas a un nivel más particular, estas son de una tipología única, compuesta por dos plantas que dividen la “organización funcional” de las viviendas. Esta decisión, dice el propio arquitecto en un libro publicado en 2000, fue muy discutida por miedo a la monotonía, ya que se consideraba que “solo construir casas patio en un sector de la ciudad era inhumano e inaceptable”. Sin embargo, y tras la publicación del libro, a unos veinte años del inicio del proyecto, Álvaro Siza Vieira escribió: “Sigo contando con el apoyo de la población y de las cooperativas”.
La planta de acceso, que tiene conexión directa con la calle, está formada por las zonas de “servicio y estar”, es decir, “la cocina, el trastero, la sala de estar, un aseo y un dormitorio que puede asumir asignaciones diferentes”. De día se privilegia el uso de la planta baja, de noche la planta alta.
Es en la planta superior donde se pueden diferenciar las viviendas. En función de las necesidades de las familias, “las tipologías pueden variar entre T2 y T5”, asumiendo así el “carácter evolutivo” de las viviendas. Respecto a esta especificidad, el investigador Mário Gomes asume: “Ni siquiera tenemos información sobre el uso de la casa evolutiva, a cualquier escala, en viviendas sociales en Portugal antes de la experiencia de Malagueira”.
La distribución del espacio exterior, es decir, el patio y las galerías, está íntimamente relacionada con la ocupación del espacio edificado interior. Partiendo del concepto de “casa-patio”, que pretendía “evitar la invasión de la privacidad” y “crear un microclima de transición entre las condiciones climáticas del exterior y del interior”, las viviendas se destacan entre las que tienen patio al frente ( tipología A) y las que tienen un patio situado al fondo (tipología B).
Se trata, sin embargo, de una obra considerada “incompleta” ya que quedaban por construir espacios que previamente estaban previstos en el proyecto inicial. Es el caso del semidomo, un apartahotel, una clínica médica y una casa de té, por ejemplo.
Aun así, este aspecto no invalida el hecho de que los especialistas hayan llegado a considerar el proyecto como “un caso de éxito metodológico”. En el currículum del arquitecto, “uno de los proyectos más grandes y que más tiempo le ocupó”. Para la población, “un proceso participativo”. Aquí está Bairro da Malagueira.